Algunas empresas piensan que los gastos de envío que tienen asociados a sus productos son un aspecto secundario. ¡Se equivocan!
Es por ello por lo que no les importa sumarlos al precio final del envío haciendo que sea el usuario quien realmente tenga que asumirlo. De esta forma no ven mermados sus beneficios… o, al menos, eso es lo que ellas piensan.